Desde hace mucho tiempo que las alabanzas a Dios son un hecho. Vemos en el antiguo testamento, como nuestros padres en la fe alababan a Dios con arpas y cítaras.
El cántico de los tres jóvenes (que lo encontramos en la litúrgia de las horas, el domingo I y III del salterio). Cánticos inspirados: Moisés, Rut, Isaías... El libro de los salmos (atribuidos al rey David) y también el Cantar de los Cantares.
Así no solo Dios se sentía glorificado, sino también que los hombre se sentian glorificados en Dios.
Cánticos de acción de gracias, cánticos de petición. Cánticos de perdón y alegría. Todos nos muestran la grandeza del Señor.
"Proclama mi alma la grandeza del Señor"... pues un cántico muy conocido por toda la Iglesia. Este, junto con el cántico de Simeón ("Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz") y el cántico de Zacarías ("Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo...") los encontramos en la liturgia de la horas como cánticos de todas las horas canónicas mayores (Laudes, Visperas y Completas). Estos, pertenecientes al nuevo testamento junto con otros cánticos escritos por Pablo en sus cartas. La verdad, es que los cánticos y salmos, son todos de alabanza a Dios y de petición a algún favor a su pueblo. Creo que no nos alejamos de la realidad. ¿usted que cree? pues la verdad es que si nos detenemos en las obras musicales actuales, veremos que nada se aleja a lo del Antiguo Testamento.
jueves, 7 de febrero de 2008
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